16 mar 2012

Venezuela el País de la Discriminación

Por Zenair Brito Caballero


La democracia debe ser un régimen político de inclusión, es decir, garantizar un esquema de sociedad donde todos quepamos. Debe ser un régimen de mayorías, de consenso, de beneplácito, de aprobación, pero tristemente donde juegan un papel importante las minorías, el disenso. Esto excluye toda forma de discriminación.
En un país como el nuestro donde la intolerancia, el irrespeto por las diferencias, las violencias y en general, la falta de cultura política democrática, resultan el pan de cada día, fue bien recibido el proyecto de ley que pretende penalizar la discriminación, a los afrodescendientes recientemente aprobado por la Asamblea Nacional.
Son múltiples las formas de exclusión que se expresan en la cotidianidad venezolana. Por ideología política o religiosa, por el aspecto físico o la apariencia, por la edad, por la condición económica, por la raza, por el género, por cocientes intelectuales, por habilidades laborales, etc. 
Personas que son marginadas por feas y otras por bonitas. A las feas las excluyen laboralmente porque las empresas piensan que dan mala imagen. Las bonitas sufren la discriminación de las demás por pura envidia. Lo mismo sucede en las universidades. Las bonitas tienen que soportar una serie de comportamientos discriminativos de sus compañeras, cuando involuntariamente las bonitas llaman la atención.
En cierta ocasión nos comentaba una joven de piel negra, estudiante de Derecho,  que eran muchos los vejámenes que tenían que soportar las personas de su raza porque en todo momento las querían discriminar por su color, pero que afortunadamente desde niña le habían enseñado a hacerse respetar y que en no pocas ocasiones, con energía le había correspondido frenar en seco a los intolerantes.
Por boca de un vendedor de cierta entidad, nos enteramos que lo habían despedido del trabajo porque en la empresa se habían dado cuenta de su decisión de hacer vida marital con una mujer negra.
En las instituciones educativas, que es donde más se debería hacer hincapié en una cultura por la tolerancia y el respeto entre las personas, las acciones de intolerancia se multiplican cada vez, lo cual se viene convirtiendo en motivos de preocupación de directivas, profesores y padres de familia.
La práctica del ‘matoneo’ encargada de marginar, excluir, apabullar, humillar; en fin, quitarle la autoestima y destruir moral y físicamente a ciertos compañeros y compañeras, es un comportamiento perverso y aberrante que debe ser incluido en los manuales de convivencia y que debe ser sancionado drásticamente. Lo mismo con los reglamentos y sanciones en las universidades.
La verdadera democracia debe edificarse en un ambiente de respeto y consideración al otro. Donde la solidaridad, la cohesión entre los asociados y el compromiso colectivo deben velar por el mantenimiento del bien común como los hilos conductores de la sociedad.
La burla, el escarnio, la ridiculización, el menosprecio, la prepotencia humillativa, el desconocimiento de un país pluriétnico y multicultural está haciendo mucho daño a nuestra insipiente democracia. El Estado tiene el deber de contribuir en la felicidad y bienestar de todos los asociados.  Los valores de una ética ciudadana solamente pueden inculcarse en los individuos mediante la educación. El descuido es de la sociedad y por eso estamos como estamos.
Artículo Publicado en Diario El Tiempo (09/09/2011)

1 comentario:

  1. La discriminación en cualquiera de sus manifestaciones proviene del miedo a lo diferente y por ende busca la propia defensa, a nivel de creencias, aprendizajes, herencias o bienes. A medida que la persona abre su conciencia al hecho de que coexiste con un entorno donde todo es igualmente importante, va perdiendo dicho miedo y siendo menos discriminativa. Los siguientes blogs tocan temas que también van dirigidos a coadyuvar esa tendencia hacia la unión y el bien común: http://raguniano.blogspot.com/ http://lobigus.blogspot.com/

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